Si nos ofrecieran una vasija quebrada, rajada y sucia, llena de piedras preciosas, la aceptarías? Sera que ser una vasija fea sea suficiente razón como para no tener valor?
Todo Cristiano, todo miembro del clero, toda Iglesia en el mundo y hasta la institución del mismo Vaticano, es como si fueran una vasija de barro, humana e imperfecta. Pero aun así, dentro de la Iglesia se encuentra un invaluable Tesoro Escondido.
Aquí es donde tenemos un encuentro con Cristo. Se nos ofrece una innumerable cantidad de dones, de gracias recibidas a través de los sacramentos. Recibimos la palabra viva de Dios en la Biblia. Y se nos asegura del verdadero depósito de fe a través de la dirección del Espíritu Santo.
El hecho de que ningún desastre hecho por el hombre a través de los siglos, haya podido destruir la Iglesia, prueba de que es Dios. En esta vasija de barro, Cristo es el Señor quien nos prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo.